viernes, 26 de septiembre de 2008

La calesita



La primera calesita —nombre con el que se la conoce en gran parte de América— llegó a Buenos Aires en 1860 y, desde luego, estaba impulsada por un caballo. Hacia los años 30 aparecieron las primeras calesitas con motor y hasta se instaló una fábrica de calesitas, que funcionó en Rosario hasta 1984. Uno de sus dignos productos se instaló en el Jardín Zoológico porteño, donde giró durante décadas. Los nostálgicos la pueden ver funcionando aún hoy en Ayacucho, provincia de Buenos Aires.

Desplazadas de muchos lugares, en Buenos Aires aún ronronean en algunas plazas y también en las esquinas de Ramón Falcón y Miralla; en Boyacá y Avenida Juan B. Justo, en La Paternal. También sobrevive una hermosa calesita en la Ciudad de los Niños, en City Bell. Y desde ya, cada ciudad del interior tiene su modesta o ilustre calesita.

En Estados Unidos conservan casi como reliquias 148 calesitas cuidadas por la National Carousel Association. Entre muchas otras, sobresale el carrousel que se encuentra en Neverland Valley Ranch. Creación del escultor y pintor alemán Peter Petz, fue elegido en persona por el controvertido Michael Jackson.

El tango le reservó también varias menciones, la más famosa de las cuales lleva precisamente de título "La calesita": ...en la esquinita palpita/ con su dolor de fango. La calesita trae recuerdos nostálgicos, admite El Viajero, mientras recita un poema de Juan Gelman: Sin un poco de mar, sin un amigo/ Me vio el caballo de la calesita,/ me vio tan solo que se fue conmigo.

El Gallo de Portugal


El gallo de Barcelos (Portugal)
Había un hombre que peregrinaba desde Barcelos hasta Santiago de Compostela. se alojó en la casa de un hombre en esta ciudad.

Fue acusado de haber robado dinero en casa del hombre donde había pasado la noche, fue condenado a morir. En un último deseo, esta persona pidió que el juez que le iba a juzgar le acordara una audiencia.Asi fue, cuando estubo ante el juez que estaba comiendo con unos amigos, miró a un gallo que estaba en la mesa y le dijo : es tan cierto que soy inocente como este gallo se levantará y cantará cuando antes de morir en la hoguera.

Claro que todos se rieron y mandaron el pelegrino donde venia. Pero nadie toco el gallo, cuando el prisionero había regresado a su cela, el gallo en el plato del juez se levantó y canto, el juez comprendió su error y se fue lo más rápido posible a la prisión donde estaba el pelegrino y descubrió que él se había soltado y huyó.

De acuerdo con la leyenda el pelegrino volvió un año mas tarde para esculpir el "Cruzeiro do Senhor do Galo" que se encuentra hoy en el Museu Arqueológico de Barcelos.